Hace tiempo que me pregunto porqué elegí esta carrera ("Arquitortura"), si de verdad hice bien. Si todos los esfuerzos, noches sin dormir, agobios, llantos, rabias... merecen la pena comparadas con las alegrías, ilusiones... que, de vez en cuando, me llevo. La mayor parte de las veces (y cada vez más) la respuesta es sencilla y clara: No.
Sin embargo, cuando esa respuesta se me viene a la cabeza, hay una pequeña vocecita chillona que la contrarresta. Es la vocecita de la curiosidad por lo que esta carrera estudia. La misma vocecita que me empujó a entrar aquí. La misma vocecita que en los primeros días daba un grito de júbilo cuando hacía algo bien (la misma que hoy día sigue haciéndolo). La misma que canta conmigo ante algún triunfo. Esa voz que me anima a seguir adelante y a no abandonar, a alcanzar los sueños con los que entré en la carrera.
Verdaderamente no se muy bien aún cual de las dos voces suena cada vez más fuerte en mi cabeza, pero creo que por ahora la pequeña voz chillona es demasiado alta como para ignorarla...
Así que, mientras siga sonando esa voz esperanzadora, creo que podré continuar. =)